lunes, 3 de septiembre de 2007

Mi enfermedad

Aunque no soy hipocondríaco me acabo de autodiagnosticar una enfermedad, si bien en estado latente: El mal de Montano. Nada grave, y menos aún teniendo en cuenta que las posibilidades de que la enfermedad se manifieste plenamente son mínimas por el hecho de que, parafraseando a Borges, "lo guardo todo en esa parte de la memoria que es el olvido". El descubrimiento del mal de Montano se debe a Enrique Vila-Matas. Afecta a aquellas personas (como el propio Vila-Matas, me temo) que buscan un referente literario en cada acontecimiento de su vida. Así, por ejemplo, cada vez que suban una escalera y encuentren una planta en el descansillo, recordarán la araucaria que aparece en una escalera (¿o era un vestíbulo?, maldita memoria...) de "El lobo estepario" de Hermann Hesse. O si alguien se muestra optimista sin razón aparente, apuntarán la opinión de Mario Benedetti de que contra el optimismo no hay vacunas. Y así hasta la extenuación. Esta enfermedad puede llegar a ser muy penosa para el entorno familiar del afectado.

2 comentarios:

Cristina dijo...

Uno de los primeros en sufrir esta “enfermedad” debió de ser Don Quijote, ¿no?.
Sin embargo, pienso que la literatura es la solución de la obsesiones, más que una de ellas.
Un gusto volver a leerte, tras tu pequeño periodo vacacional.
Besos terapéuticos.

Ricardo J. Román dijo...

Me ha gustado muchísimo tu post, algo de eso escribí en estos días: una especie de amor entre escritores, reflejados como un espejo. Si lo deseas leer se titula: "Mi post Nº 100 y lo celebro así..."

Bueno, es mi primera vez por acá.

Un abrazo!