lunes, 16 de junio de 2008

Conjunto de cuerda

Tarde de domingo en la parte vieja. Paseo sin rumbo con la sensación de que el tiempo se ha detenido. Según me acerco a la plaza comienzo a oir una suave música de violines. Parece flotar arrastrada por la brisa. Junto al ayuntamiento han instalado una carpa. Dentro un grupo de cuerda toca pausadamente. La entrada es libre; la carpa es una medida de precaución para proteger a los músicos de los elementos. Entro y me sitúo a un lado pensando que bien puedo aguantar un rato de pie escuchando y sintiendo la música. A ratos entrecierro los ojos para concentrarme mejor. Me doy cuenta de que una chica a mi derecha se está balanceando como si los sonidos fueran olas sobre las que ella se desliza. De pronto deja caer el bolso y sale al círculo que formamos los espectadores bailando a su aire. Abre los brazos en cruz y ladeando la cabeza comienza a girar. Cuando le veo de frente compruebo que ella también cierra los ojos. Aumenta la velocidad del giro, trastabilla levemente y se detiene abriendo los ojos asustada. No está bien. Comienza de nuevo a girar lentamente. Su semblante denota la determinación de bailar y no volver a tropezarse. Alguien (un encargado, un espectador anónimo, no sé) le coge suavemente por el brazo y le lleva hacia la salida. Ella se deja hacer, pero a medio camino se sacude el brazo y se gira barriendo el recinto con la vista. Está buscando algo. Me doy cuenta de que es el bolso lo que quiere. Me adelanto a cogerlo y camino hacia ella con el brazo extendido ofreciéndoselo. Le sonrío. Ella coge su bolso y me mira brevemente con una mezcla de agradecimiento y desafío. El otro hombre le vuelve a coger del brazo pero ella se libera de nuevo y camina con la cabeza alta hacia la salida apretando el bolso contra el pecho. Los músicos siguen tocando concentrados en sus partituras.

1 comentario:

TORNA AVIAT dijo...

Este escito me ha acongojado.
Que díficil es ser niño cuando ya llevamos nuestro propio bolso.

Gracias por tu paseo por mi blog.

Mon.