Estaba tumbado en la hierba mirando el cielo y apenas había nubes. Nubes de algodón que parecían Inglaterra. Cuando volví a abrir los ojos sólo veía azul. Era un navegante solitario en medio del océano. Giré la cabeza hacia la izquierda y allá al fondo estaba Australia. Por cierto que al girar el cuello crujió un poco. "Estoy yo bien para subirme al mástil en medio del océano", pensé.
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