martes, 18 de noviembre de 2008

Manzanas

La casa de mis abuelos estaba en una de las esquinas de un grupo de cuatro casas adosadas. Era propiedad de la empresa donde trabajaba mi abuelo. Tenía un pequeño jardín con una parra y un peral. La parra daba unas uvas ácidas y el peral las peras más duras que jamás se vieron. En el terreno de al lado había un gran manzano y varias de sus ramas se metían por encima de la valla en el jardín de mis abuelos. Cuando Andrés, el vecino, recogía sus manzanas dejaba escrupulosamente en el árbol todas las manzanas que quedaban a nuestro lado de la valla, aunque podría haber cogido bastantes con sólo alargar la mano. Al cabo de un día o dos era mi abuelo quien recogía las manzanas de nuestro lado. Cuando íbamos los nietos de visita, la abuela nos preguntaba: ¿Queréis una manzana de Andrés?. La manzana me sabía deliciosa y siempre pensaba que Andrés y mis abuelos nos estaba dando una pequeña lección.

No hay comentarios: