Desde que leí “Memorias de Adriano”, de Marguerite Yourcenar, cada vez que se juntan más de dos esdrújulas me acuerdo del poema latino que empieza: anímula, vágula, blándula. Se dice que Adriano, el emperador romano, lo escribió en su lecho de muerte; en él se dirige a su propia alma. El poema tiene cinco líneas y en la cuarta repite el truco: Pallídula rígida núdula. Ese "ula" de las terminaciones es un diminutivo.
Hay muchas traducciones, hay tantas que por deducción lógica el poema debe ser intraducible, insuperable en su versión original. Si hubiese estado junto a Adriano en ese momento le hubiera sugerido una pequeña variación, en vez de anímula lo hubiera dejado en ánima, tres sílabas, así quedaría, me parece, más armónico: ánima vágula blándula. Pero igual así en latín es incorrecto, eso no lo sé.
Después de mirar por aquí y por allá propongo una posible traducción. Por desgracia, de seis esdrújulas latinas pasamos a solo dos, pero el poema sigue siendo bello. Nos situamos, Adriano habla al alma que pronto abandonará su cuerpo:
Pequeña alma dulce y fugitiva
huésped y compañera de mi cuerpo
a dónde irás ahora
pálida, rígida, desnuda,
ya no jugarás como solías.
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