viernes, 24 de septiembre de 2021

La novela de mi vida

    Un día de invierno, al volver a casa, su madre vio que tenía frío y le propuso, en contra de su costumbre, que tomara una taza de té con una magdalena. Muchos años después Marcel Proust lo recuerda y escribe millón y medio de palabras en su búsqueda del tiempo perdido.
    El tiempo, de forma análoga a la energía, ni se gana ni se pierde, sencillamente pasa; pero el título y la idea son buenos. Proust fue un precursor de la autoficción. Lo de la magdalena le pasó a él y nos pasa a todos. Por ejemplo, a mí me ha pasado con el olor penetrante de unas plantas silvestres junto al río.
    Cada ser humano es el privilegiado protagonista absoluto de una vida, y cada vida es la posibilidad de una novela. Como somos muchos sobre la tierra se agradece que no haya tantas novelas como personas. La novela de mi vida si no la escribo yo no la va a escribir nadie; y lo que es yo no la pienso escribir. No como narrativa tradicional, con su cronología al principio (o al final).
    Pero el caso es que ya la estoy escribiendo en forma fragmentaria a base de pequeños entregas en este mismo blog (in this very blog). Cada entrada sería una tesela del mosaico o una de las mil piezas del rompecabezas. En un futuro inventado un biógrafo observador podría atar cabos y acabar liando un fantástico nudo gordiano. Eso estaría bien.

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