jueves, 13 de enero de 2022

Cucharilla

    Esta mañana se ha roto la cucharilla del azucarero. Se ha roto ella sola, o casi; reconozco que he hecho de colaborador necesario ya que no deja de ser un objeto inerte sin capacidad de actuación de ningún tipo. No la he roto a propósito, no he hecho nada para romperla. He cogido la cucharilla con la mano derecha, ya que soy diestro, y al ir a echar el azúcar en el vaso, al hundir la cabeza cóncava en la masa cristalina, el mango se ha quebrado. Era una acción automática, rutinaria, no estaba prestando atención mientras lo hacía (no sé en qué estaba pensando). Ha sido una sorpresa que se rompiera.
    Para comprender la física del suceso he reproducido la secuencia en la sala VAR de mi mente. Deduzco que ha sido una acción de palanca: el pulgar presiona por arriba el extremo de la cuchara, el dedo corazón hace de punto de apoyo por debajo a mitad del mango y en la cabeza la masa de azúcar ejerce presión, también desde arriba. Esa combinación de fuerzas ha dado como resultado que el mango o mástil de la cuchara se haya roto por la parte más débil, una acanaladura hecha con fines estéticos, supongo, situada a mitad del mango.
    La cucharilla era de plástico, y ha quedado demostrado que constituía con el azucarero un conjunto de pegolete. Si hubiera sido de plata… No creo que merezca ningún reproche por romperla. Vuelvo a repasar la jugada en el VAR: el contacto existe y la cucharilla se ha partido, pero el movimiento es natural y la fuerza ejercida proporcional; la acción no es merecedora de sanción.

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