martes, 25 de enero de 2022

Paz y amor

    Habrás visto este lema en alguna camiseta: “PAZ, AMOR Y TODA ESA MIERDA”. La lees y te hace gracia ese giro del guion a mitad de la frase. Es como si el autor hubiera empezado con la mejor intención y de pronto se hubiera dado cuenta de que algo no iba bien, entonces rectifica sobre la marcha y acaba negándolo todo. Igual el plan inicial era añadir algún otro término positivo como alegría o buen rollo, pero según se iba expresando y conociendo a la peña, previendo los sarcasmos, se cura en salud y opta por el cinismo. O es que lo de paz y amor era broma, sin más. La frase refleja estados de ánimo muy habituales, el del descreído que se considera de vuelta de todo o el del resignado que entiende que ir de bueno por la vida es hacer el lila. Que me haga gracia me delata porque significa que comparto algo del mensaje, que estoy en el mismo bando. Y no quiero estar. Llevar esa camiseta es lo estupendo (lo cool), sin embargo…
    Sin embargo intuyo que los pacíficos, los solidarios, los compasivos, los humildes, los empáticos, en una palabra los buenos son nuestra última esperanza. Aunque bondad y maldad suelen ir repartidas, hay tendencias generales, inclinaciones, talantes como decía Zapatero. Zp lo haría bien o mal, no sé, pero tildar a alguien de buenista tiene algo de aberración, como si querer ser bueno tuviera algo de malo. Hablar de postverdad y buenismo es fabricarse coartadas. Mea culpa por las veces que he dicho de alguien que no se puede ser tan bueno. Lo que no se puede es ser tan malo. Admiro a esos buenos que además se mueven, estoy de parte de los (y las) que le echan valor y predican con el ejemplo de la solidaridad, de la cooperación, del diálogo, de su implicación en las causas perdidas. Benditos ilusos, estáis todo lo cerca que se puede estar de ser imprescindibles. Paz, amor y todo eso; pero sobre todo paz y amor.

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