sábado, 1 de enero de 2022

De la Navidad

    Soy demasiado práctico para especular sobre una cena ideal de Navidad. Si acaso podría suscribir la opinión de un nihilista: la cena ideal de Navidad es la que no se celebra. Pero no me gusta ser negativo. Prefiero el sí al no. Si hay que decir que no que sea de un modo elegante, a ser posible. Me viene a la memoria el chiste de cómo se dice “no” en la Rioja. “No” en la Rioja se dice “sí, por los cojones”. Elegante no es, pero consigue sustituir el vocablo no por cuatro palabras que incluyen un sí.
    La Navidad me produce esa sensación de irrealidad de la alegría a fecha fija. Para empezar es una fiesta cristiana, y ¿cuántos cristianos quedan ahora mismo? Claro que para cenar no hace falta serlo y también es cierto que es la cultura en la que hemos crecido. Antes sí se creía, en mi casa antes de cenar en Nochebuena rezábamos el rosario y algunos años fuimos a medianoche a la misa del gallo. Por supuesto, todo mi respeto para la religión, a ver si vamos a ser más listos que todos los sabios que han sido creyentes. También ha habido sabios agnósticos. En ese sentido sospecho de Montaigne. De vez en cuando en sus ensayos Montaigne hace profesión de fe católica, pero luego en sus reflexiones todo se acaba en este mundo, no parece tener muy en cuenta la vida eterna. Se entiende porque eso no se podía decir en alto, te limpiaban el forro rápido.
    Para mucha gente estos días tienen connotaciones tristes. Lo comprendo, un reflejo instintivo asocia la Navidad con la infancia y con todas las Navidades vividas. Como es lógico al pasar los años empiezan a faltar algunos de los que se sentaban a la mesa. En todo caso, de cenar soy partidario, también en navidad. La vida es aquí y ahora y creer es libre, hay gente que cree en el amor; pero bueno, que no quiero ser nihilista.

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