sábado, 22 de enero de 2022

Dos son las brechas

    Dos son las brechas que se van abriendo con los años en nuestras vidas. La brecha digital y la generacional. En cuanto a la brecha digital, voy sobreviviendo a ella. Todavía estoy a bordo, aunque puede que viaje en el vagón de cola. Los aparatos ayudan. Los aparatos que son el ordenador y el teléfono inteligente (o smartphone). Somos amigos casi todo el rato. Sospecho que en parte es porque soy de buen conformar, ellos se actualizan y se desconfiguran cuando les apetece, van a su aire, más o menos. Confío en ellos y de vez en cuando nos peleamos y dejamos de hablarnos por unas horas. A veces no me queda otra que rendirme y descartar una u otra aplicación o programa, o buscar otra alternativa; vamos, lo normal.
    La brecha generacional. Aunque no quiera verla, supongo que hay una brecha entre mi generación y la siguiente. Y de esta con su sucesora. Con esa tercera, a vista de dos generaciones, la brecha adquirirá proporciones preocupantes, me temo. Mi generación, que es la que ha venido pisando los talones a la de los Who (My generation, 1965), ya tiene los hijos criados, independizados y produciendo nietos, si bien, en esta parte del mundo, a pequeña escala, con cuentagotas. No es que me sienta muy integrado en mi generación, más bien al revés, me veo un poco alien respecto a ella; aunque por otra parte sospecho que ese es un sentimiento bastante normal y extendido en la mía y en cualquier otra generación. La sensación de cómo está uno en el mundo puede ser algo muy personal, genuine,  y a la vez absolutamente corriente, commonplace.

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