martes, 19 de julio de 2022

Disfunción

    Supongo que ya lo sabía pero ahora se lo leo a Julian Barnes y me parece una revelación. Aunque nos parezca que las innovaciones tecnológicas no pueden ser otra cosa que positivas y beneficiosas para la humanidad la realidad es que no llegan acompañadas de un avance proporcional en lo moral. Lo uno no tiene nada que ver con lo otro. Nos cuenta Barnes que Flaubert y Ruskin (me suena Ruskin, era inglés) ya lo señalaban refiriéndose al ferrocarril, viniendo a decir que gracias a ese adelanto la gente pudo desplazarse lejos de su entorno habitual y seguir comportándose con su prójimo del mismo modo estúpido.
    Este desequilibrio entre ciencias y humanidades se ha multiplicado por mil en el caso de Internet. El invento es buenísimo, es obvio, pero pasa como cuando un tonto se apodera del micrófono en una boda; sigue diciendo, ahora para toda la concurrencia, las mismas bobadas que antes solo oían los compañeros de mesa (o incluso, envalentonado, las suelta más gordas). La solución para asegurar el buen uso ético o moral de los avances técnicos es de sobra conocida pero al parecer de difícil puesta en práctica: más y mejor educación en la escuela y en casa.

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