lunes, 4 de julio de 2022

Extraños conocidos

    “Nadie conoce a nadie” es una novela de Juan Bonilla que también fue película. El título me parece bueno y me extraña que lo hayan cambiado a “Nadie contra nadie” en la nueva versión del libro que salió el año pasado. Este nuevo título no me dice nada, el otro es una verdad universal. O casi, cuando incluimos en una frase las expresiones “todos siempre” o “nunca nadie” se sobreentiende que habrá excepciones, “siempre”, “todo”, “nunca” y “nadie” no se han de interpretar como términos absolutos y excluyentes. Alguien conocerá a alguien, podría ser; pero lo normal, me parece, es que nadie conozca a nadie y eso incluye los binomios marido-mujer, madre-hija, abuelo-nieto, mejores amigas, amigos del alma, etcétera.
    Se me ocurren otro par de frases para completar el cuadro sociológico. Una, recurrente, “en el fondo todos estamos solos”, y esta otra que le he leído a Jose Luis Garci, “lo normal es descubrir el verdadero amor cuando ya se nos ha escurrido de entre las manos”, o dicho de otra forma, “la vida siempre es el recuerdo de un amor frustrado” (y probablemente idealizado).
    El panorama dibujado hasta aquí es desde luego bastante deprimente. Hay otra forma de verlo, como en todo. Nadie conoce a nadie pero de alguna manera todos nos conocemos. Nos conocemos por una sencilla razón, porque casi nadie es tan diferente o especial, porque todos somos más o menos parecidos y en general cojeamos del mismo pie, mal que nos pese. Por eso nos conocemos en diversos grados sin llegar nunca a un conocimiento total. El cien por cien es inalcanzable, como la perfección.

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