martes, 11 de octubre de 2022

1. El menosprecio

    Entras al portal, abres el buzón y entre los envíos de publicidad hay una carta de la compañía eléctrica. Dice que si te descargas su aplicación para móvil te rebajarán un dos por ciento la factura. Solo hay una pega, te das cuenta, la carta llega un día después de la fecha límite para acogerse a la oferta. Bueno, piensas, somos humanos; se lo comento y lo entenderán.
    Te descargas la aplicación y mandas un e-mail explicando el caso. Has sido cliente durante años; el retraso de Correos en entregar la carta
, si lo ha habido, es ajeno a tu voluntad; lo razonable, te parece, es que te apliquen el descuento.
    En pocas horas te llega la respuesta. Estimado cliente, muchas gracias por escribirnos, estamos encantados de atender su consulta. Qué bien empieza, piensas, qué amables; va a ser que sí. Sigues leyendo, en cuanto a su petición no es posible realizar el descuento pues la oferta ya no está en vigor, agradecemos su confianza, etcétera. ¿Cómo? No es la primera vez que te sientes menospreciado por la prepotencia de esa u otra gran empresa o por la administración o por el mundo en general. No way, ni modo, que dicen en México. Tienes que hacer algo.

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