miércoles, 2 de julio de 2008

En el andén

A veces iba a merodear por la estación. Se sentaba en un banco y observaba el ajetreo. Escuchaba atentamente las llamadas por la megafonía; ding dong, el tren con destino Barcelona estacionado en vía tres va a efectuar su salida. La gente con maletas (al que puso las rueditas en las maletas habría que nombrarle héroe del siglo veinte), las despedidas, los recibimientos. Siempre había alguien con una bolsa en una mano y un papelito en la otra que preguntaba algo (una dirección presuntamente). Cada viajero era una historia que imaginar. Había que fijarse en su aspecto, su ropa, sus gestos y deducir a dónde iba y por qué. Imágenes de películas en blanco y negro acudían a su mente, pero ya nadie llevaba sombrero.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bueno, ir a la estación a merodear es un hábito que tenemos más de uno...