miércoles, 14 de enero de 2009

Los yogures

Ella compraba yogures. Con sabor a limón o naturales, pero siempre azucarados. Y, sorpresa, los metía en la nevera. Él abría el frigorífico, inspeccionaba el contenido e iba sumando los packs de cuatro que se iban acumulando. Ella compraba más yogures. Él pensaba, y a veces se lo decía, que si ya había yogures no comprara más. Pero seguía comprando. A él esa temporada no le apetecían los yogures. Un día contó 25 yogures, muchos seguramente caducados. Ya está bien, pensó, deja de comprar yogures, por favor. La culpa la tenía ella, ¿quién si no?. Pero espera, ¿qué puedo hacer yo?. Removió los yogures, buscó los del fondo. Separó uno de sabor a limón (azucarado y caducado). Mientras iba comiéndoselo calculaba cuanto tiempo le durarían si comía uno o dos al día.

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