miércoles, 21 de enero de 2009

Tres sueños

Pues he vuelto a soñar. O a recordar sueños. Hoy tengo dos (tres si contamos el de Obama, éste más suyo que mío, God bless him). Uno: Quería bajar a la primera planta sótano en la empresa y tras esquivar a una multitud que se arremolinaba en torno a las máquinas de vending alcanzaba los tres ascensores del fondo (¡otro sueño de ascensores!). Llamaba al de enmedio pero se abría la puerta del de la izquierda, y al entrar resulta que la iluminación interior no funcionaba. Así que con la poca luz que entraba de fuera tanteaba los botones y como no acababa de ver los números pulsaba varios abajo y arriba. El ascensor comenzaba a subir y yo me arrepentía de haberlo tomado, al fin y al cabo sólo tenía que bajar un piso. Tras varias vicisitudes (no quiero aburrir) veía y pulsaba un botón en el que estaba dibujada una flecha hacia la derecha. Y en efecto, el ascensor se desplazaba a la derecha mientras se abrían los laterales. Al llegar a la esquina yo saltaba fuera como en unas escaleras automáticas. Por cierto, estaba en la misma planta baja en la que me había subido. Dos: Este sueño es mucho más poético. Estaba tumbado en la nieve. Curiosamente no sentía ningún frío. Al lado, apenas a un metro, estaba tumbado también un reno. Un reno enorme cuya cabeza era como la de un caballo. Pero era un reno. La palabra "deer" flotaba en el ambiente (pero "deer" significa ciervo). El caso es que yo estaba intranquilo por si el reno se levantaba y alargando la mano la posaba sobre una de sus patas delanteras. El reno reaccionaba amistosamente con un relincho de caballo. Y me encontraba bien allí, tumbado en la nieve, acariciando la pata del reno (del reno-caballo).

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