En la novela "Creación" de Gore Vidal (las memorias de un diplomático persa del siglo V antes de Cristo) se dice que después de una batalla, en la oscuridad de la noche, era fácil distinguir a que bando pertenecía cada soldado muerto o moribundo. Los que olían mal eran griegos. Los persas se bañaban, los griegos no tanto.
He visto "300", canto épico al valor de Leónidas y sus trescientos espartanos defendiendo la libertad contra las hordas asiáticas... Las imágenes son espectaculares y cuando era más joven puede que me hubiera gustado mucho la película. No ahora.
Empezando porque al principio de la historia (y hay poca historia ciertamente) Leónidas asesina directamente al enviado de Jerjes que le exige el acatamiento inmediato e incondicional. Muy descortés el mensajero, pero, ¿había que matarle?.
Luego la carnicería de las Termópilas, cada golpe de espada una rociada de sangre. No me hace gracia, me disgusta.
Una muerte violenta en la vecindad asusta, indigna, cariacontece. ¿Por qué se acepta en el cine como una parte esencial, y al parecer necesaria, de la representación de la vida?.
2 comentarios:
Eso es lo que vende, se viven momentos de crisis para las buenas intenciones...
Un beso
Gemma
Y aun despues de tantos siglos, tantas veces se entreven nuestros mas bajos instintos ...
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