jueves, 15 de mayo de 2008

Visitando el infierno

Hoy he vuelto a descender a los infiernos. En el infierno tan pronto hace calor (asfixiante) como frío (paralizador) y los réprobos visten los mismos harapos bajo la apariencia de cazadoras y camisetas con slogans (o de trajes de Prada más raramente). Les observo, intentando descifrar las causas y mecanismos de su sufrimiento. Porque si algo está claro es que sufren. Yo procuro pasar desapercibido, aunque siempre hay alguien que pregunta desabrido, ¿tú que coño haces aquí?. Y tengo que inventar alguna excusa; tengo una cita, estoy de paso, o incluso (si intuyo que en realidad no le intereso para nada) déjame en paz. Entonces busco la salida con disimulo. Al llegar a casa me tomo un descafeinado bien caliente y me alegro de no haber residido nunca en el infierno. Pero tarde o temprano vuelvo. Me han dado un par de nombres. Contactos. Tengo que localizarlos. Se hacen llamar Virgilio y Rimbaud. Que ironía.

No hay comentarios: