lunes, 24 de marzo de 2008

No hay bien que por mal no venga

Yo he sido tímido y aún lo soy, pero menos. Dijo un día mi abuela de mí (y yo lo oí): "Éste es como una ostra boca abajo, igual que su abuelo". Lo de la ostra no hizo sino confirmar lo que ya sabía, aunque no me dejó de disgustar. Que mi abuelo fuera igual (parecido) me agradó, al menos no era un caso único en la familia. Además mi abuelo no se desenvolvía mal en sociedad, lo que me dió esperanzas. Pero todo se puede mirar desde distintas perspectivas; dice Ciorán: "La timidez, fuente de tanto infortunio en la vida práctica, es la causa directa de toda riqueza interior". Tiene lógica y yo debo ser millonario interiormente. Añadiría que la timidez enseña a estar solo (a la fuerza ahorcan), cosa que no viene nada mal. Una vez que he aprendido a convivir con mis demonios estoy preparado para convivir con cualquiera.

No hay comentarios: