jueves, 6 de marzo de 2008

Pelo

Tengo el pelo rizado. En cuanto crece un par de centímetros se ondula irremediablemente. Y en su momento, como buen adolescente, sufrí por ello. Yo quería tenerlo liso. Me peinaba con raya y dormía sobre el flequillo para intentar alisarlo. Una vez en clase, el del pupitre de detrás me dijo que tenía el pelo como el de las estatuas griegas. No me pareció mal la comparación, porque las estatuas también transmitían belleza e inteligencia (descarto que les hicieran estatuas a los tontos de la época). Pero aún así hubiera preferido mil veces una media melena de pelo liso, puede que vestido de negro. Un héroe romántico. Ahora me doy cuenta de mi error. El pelo rizado hubiera servido perfectamente para mis fines (confesables o inconfesables), lo que no servía era mi inseguridad. También ahora me doy cuenta de que no por tener el pelo liso era más feliz ninguno de mis compañeros. Cada uno se arregla muy bien para tener sus propios complejos independientemente de los dones que le haya regalado la naturaleza. En cuanto al pelo, el único requisito que debe cumplir es la limpieza. Eso y saber sonreir. ¿Habré madurado?.

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