viernes, 21 de marzo de 2008

Pibes

Hace tiempo que no coincido con Castillo. Desde que le cambiaron de departamento apenas nos hemos saludado de pasada un par de veces. Castillo siempre iba (va) impecable, en especial lleva los zapatos relucientes, aún en días de lluvia. Al poco (tiempo) de conocerle, comentando antecedentes y conocidos resultó que un primo suyo y yo habíamos estudiado juntos. Su primo se apedillaba Castillo también (una de las consecuencias posibles de ser primos) y había estado en mi clase en COU (curso de orientación universitaria). Debido a esto el primer Castillo decidió que eramos algo más que compañeros de trabajo. Teníamos un pasado común a través de su primo y a veces salía en la conversación como un guiño de complicidad. Castillo, el primo, estuvo en el colegio sólo ese último curso de COU. No estoy seguro pero creo que estudiaba con la ayuda de una beca y era el hijo del conserje, o del encargado de mantenimiento o quizás era huérfano. El año siguiente empezó la carrera de ingeniero y no he sabido más de él. Tampoco he encontrado la ocasión de preguntárle a su primo (el de los zapatos relucientes). Recuerdo a Castillo en el colegio vestido con un jersey verde, con la tez clara y el pelo rizado y tendiendo a pelirrojo. Le recuerdo nervioso, mirando a un lado y a otro, quitándose las gafas y jugando con ellas (si hubiera tenido gafas, pero no tenía). Quizás se sentía distinto de los demás alumnos de pago. A mí me parecía distinto, me avergonzaba el hecho de que hubiera becarios, de que el mundo fuera injusto. Una vez alguien se metió con él. No conozco los detalles, cuando yo llegué ya había terminado la pelea. Castillo se había enganchado con el bromista y le había derribado con una especie de llave de judo y luego le había dejado marchar. Fue en las puertas de la capilla del colegio y cuando llegué estaba allí de pie, mirando a lo lejos. Dijo algo de la rabia que le daba haber tenido que pelearse y no hacía nada por limpiarse las lágrimas que se deslizaban por sus mejillas, como si no se diera cuenta de que estaba llorando.

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