miércoles, 26 de diciembre de 2007

Comienzo de un relato no norteamericano

Nunca he estado en Wisconsin. Ni en ningún otro sitio de ese continente. Así que quizás hubiera sido más prudente empezar la historia en algún lugar más cercano. Pongamos que en La Rioja o en la ribera del Duero. Un sitio que produzca vino. Es que el motivo de ir allí fue que a mi madre le ofrecieron un trabajo atendiendo a los visitantes a una bodega. Les guiaba en un pequeño tour por las instalaciones y luego les obsequiaba con una cata acompañada de chorizo y queso para picar. Muy pocos se iban sin comprar al menos una caja de botellas. La bodega estaba a las afueras y a veces a media mañana yo iba a acompañarle y a comer juntos. Por el camino pasaba por una calle de antiguas casas con jardín. Una calle tranquila flanqueada por árboles (creo que eran álamos) altos y con los troncos pelados y llenos de muescas, corazones incluidos. Desde el primer día algo me llamó la atención en la última casa de la calle...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo bueno de la imaginación,entre otras cosas, es que no tiene límites ;) puedes crear mil y un mundos diferentes y ser protagonista de todos ellos.
Besos!