viernes, 21 de diciembre de 2007

Pues sí, ¡feliz Navidad!

Mi rey mago preferido fue Melchor. Baltasar ya estaba elegido. Ibamos a buscar musgo para el nacimiento. El río era un papel azul cubierto por un cristal. Los reyes iban avanzando día a día hacia el portal. Cuando veíamos pasar un avión dejando una larga estela de humo, decíamos que era el avión de los reyes, y que la cola era donde llevaban los regalos. Un chaval proclamó a voces que los reyes no existían y yo lo sentí por mi hermano pequeño que aún no lo sabía. Dejábamos los zapatos para saber qué regalo era para cada uno y una copita de anís para los reyes (nada de agua para los camellos). Una para cada uno, tres. Siempre me preguntaba si no serían muchas en realidad. Un año, uno de los regalos fue un disco que contaba un cuento de Navidad; un cuento muy triste que nos daba miedo. Yo pedía indios, vaqueros, romanos. Luego los guardaba en una caja de galletas en la cocina, junto al fregadero.

No hay comentarios: