lunes, 3 de diciembre de 2007

La verdad del caso de los patitos amarillos

El 10 de enero de 1992 un buque perdió en mitad del Pacífico 28.800 patos, castores, tortugas y ranas de plástico. En 2006 el anuncio de un coche incorpora a los patitos amarillos como extras con el lema "una historia extraordinaria". La imagen de miles de patitos flotando a la deriva por el océano es desde luego entrañable. Uno desearía avistarlos un día e incluso desearles suerte. La verdad es mucho más prosaica. Entre agosto y septiembre del mismo año 1992, cientos de aquellos juguetes llegaron a las playas en torno a Sitka, Alaska. Con intervalos de tres años han seguido llegando a la zona, al parecer en sucesivos giros de las corrientes del Pacífico norte. Con los años los patitos amarillos eran casi blancos (igual que los castores rojos; tortugas azules y ranas verdes conservaban su color). La gran mayoría de los juguetes han desaparecido, seguramente convertidos en polvo de plástico. Aún así algunos escaparon del Pacífico y han llegado al Atlántico a través del Ártico. En 2003 un pato llegó en julio a Maine y en agosto una rana a Escocia. Creo que debemos admitir que los patos de plástico no destacan por su sentido gregario.

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