martes, 29 de enero de 2008

Futuro imperfecto

Estaba en la cola de la caja de ahorros detras de una señora mayor, una anciana grande y de aspecto desgarbado. Yo estaba distraído, pensando en el trámite que tenía que resolver. Entonces ha pasado por delante nuestro un señor aún más anciano, bien vestido y bastante encorvado que caminaba lentamente con la ayuda de una chica y de un bastón. La señora se le ha acercado y le ha tocado en el brazo llamando su atención. Han hablado brevemente y cuando ha vuelto a su lugar en la fila me ha comentado: "Qué valiente, tiene noventa y muchos años y mírale". Ella misma no tenía muchos menos y me ha resultado enternecedor su necesidad de compartir sus impresiones. Le ha tocado el turno y le ha hecho el mismo comentario al empleado de la ventanilla. Éste le ha contestado, y lo he podido oir: "Ayer cumplió 101 años". Me he vuelto a mirar al anciano que salía por la puerta con la ayuda de la que he supuesto era su nieta. 101 años. Nunca había visto en persona a nadie de esa edad. Tengo su cara en la retina. Un rostro amable que contesta, con voz inaudible para mí, al saludo cariñoso de la señora y al volverse para reanudar la marcha trastabillea un instante, casi imperceptiblemente.

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