lunes, 7 de enero de 2008

Pisando el suelo

Pobres niños ricos. Esos somos nosotros. Pero hablaré sólo por mí. Tengo toda la información que quiera. Y tengo que escoger, o mejor dicho el azar escoge por mí. Así leo un periódico, veo algunas películas, oigo algunas canciones, intercambio opiniones sobre unas pocas cosas. Y me doy cuenta de que nada original digo e incluso a veces prefiero decir lo que se espera que diga más que lo que auténticamente pienso para no llevar la contraria a alguien que por otra parte aprecio. Que aprecio aunque sólo sea porque el azar hace que le tenga como interlocutor y en el fondo se lo agradezco. Porque tengo miedo a la soledad y necesito de la gente. Y ellos me necesitan a mí, o más frecuentemente se necesitan entre ellos. Así que procuro poner mi grano de arena, aunque me aburro en seguida y no encuentro ese interlocutor que me fascine con su charla. No es de extrañar, yo sería a mi vez igualmente aburrido para él. Y sigo con mi visión muy particular, muy limitada del mundo. Asomado a mi ventanita. Se diría que padezco en mi visión el efecto túnel y sólo veo lo que abarca un canuto de cartón que me ponen delante del ojo. Sólo soy un especimen de la especie humana. Del homo sapiens sapiens. Me parece que exageran con el nombre.

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