viernes, 25 de abril de 2008

Cada día

Observando se sacan conclusiones, a veces erróneas. El periódico que leo cada mañana tiene exactamente doce incisiones en el borde vertical de las páginas de la segunda mitad. Las de las esquinas, arriba y abajo, están más juntas y las de enmedio algo más separadas. Son los agujeros hechos por los ganchos (les llamaré ganchos) que arrastran cada periódico en el final de la rotativa (si aún existen rotativas). El periódico está, en ese momento, aún sin doblar, por eso las marcas sólo afectan a la segunda mitad. Los agujeros son notorios en la última página y ligeros en la central. Debe ser todo un arte regular la fuerza de la máquina para que los ganchos lleguen justo a atrapar esa última doble página. Es agradable la sensación al pasar los dedos por esa línea de doce huellas en el margen en blanco del periódico, aplastando los trocitos de papel que han quedado sobresalientes en torno a los agujeros. Paso las hojas de atrás hacia adelante apreciando como las marcas van a menos y acaban inexorablemente al llegar a la mitad donde son casi imperceptibles. La primera página se presenta libre de marcas, pero en realidad es una con la última; la que más ha sufrido el ataque de los ganchos.

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