lunes, 6 de enero de 2025

Reír por no llorar *

    Puede que el siglo XXI esté maduro para una buena guerra. A veces bueno significa también malo. Desde el punto de vista de la ética, por supuesto, una guerra siempre es mala. Desde el punto de vista de la guerra, sin embargo, que no la haya es un fracaso. De haberla, cuando más grande mejor será, como guerra. Una guerra se puede calificar de buena, entre comillas, a partir del millón de muertos.
    El siglo pasado estuvo a la altura en ese sentido, entre sus muchas guerras dos alcanzaron la calificación de mundiales. Una especie de cum laude en lo suyo. En siglos anteriores nunca faltaron, con mayor o menor fortuna (o infortunio). En este siglo no ha cambiado la tendencia, sigue habiéndolas. Lo raro, lo verdaderamente sorprendente, sería que no las hubiera.
    Desearlo está bien; todos, o casi todos, lo deseamos; un mundo sin guerras, solo con fútbol, con sana competencia deportiva. Sabemos que no va a pasar; o sea, que sí va a pasar; que, además de las que están en curso, más pronto que tarde habrá nuevas guerras.
    Que en ese país, que sigue siendo grande pero no tanto, hayan elegido presidente a un patán no ayuda, desde luego; aunque tampoco creo que influya tanto, se es un inútil tanto para lo bueno como para lo malo. Ampliando la perspectiva, así lo veo: el mundo es una bola que gira en el espacio y que, sea quien sea la persona que esté al mando, va a ser muy difícil conseguir que se desvíe de su trayectoria.

    * Mi texto antibélico de este año

viernes, 3 de enero de 2025

Robando vacas

    Hace un viento que rapa tierra. Es una frase que solía decir mi padre. Me gusta como suena, ese rapa tierra. No sé de donde la sacó. La busco en google y no aparece por ningún lado, no todo está en la red y me alegro. Me he acordado de ella por lo que le he oído decir hoy a un parroquiano: Hace más frío que robando vacas.
    Todo va junto; el dicho —que no había oído nunca— y la denominación de parroquiano que me ha venido por asociación de ideas, ambos tienen el mismo aire antiguo. La expresión tiene un punto de incorrección gramatical, bien dicho sería algo así: No había pasado tanto frío ni robando vacas (en invierno, esto sería opcional). Pero se acorta el mensaje para ganar en pegada lo que se pierde en exactitud.
    El “parroquiano” es un hombre mayor, risueño, que ha hablado con cierto acento rural, alargando la última a de vacas. La imagen que me sugiere es la de una aldea envuelta en la niebla y el ladrón aterido acechando al ganado que pasta bajo la lluvia.
    El que hizo la comparación por primera vez tuvo que ser él mismo ladrón de vacas, cómo saber de otro modo el frío que se puede pasar. O no, porque se habría delatado, habría confirmado lo que ya debían de saber, o sospechar, todos los vecinos, incluida la Guardia Civil.
    No, el propio ladrón no diría nada, tampoco los sufridos dueños del ganado, maldita la gracia; pero sí alguno de esos vecinos. Hace más frío que robando vacas, ¿eh?, ¿Manuel?, y Manuel contestaría: y a mí que me cuentas, listo, que eres un listo.